1 En ti, oh Jehová, me he refugiado;no sea yo avergonzado jamás. 2 Hazme escapar y líbrame en tu justicia;inclina a mí tu oído y sálvame. 3 Sé para mí apeña de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has mandado que yo sea salvo,porque tú eres mi broca y mi fortaleza.
Con esta petición cada verdadero creyente puede acercarse confiadamente al trono de la gracia. El cuidado de gracia de la providencia divina en nuestro nacimiento y la infancia, nos debe comprometer a la piedad temprana. El que era nuestra ayuda desde nuestro nacimiento, debe ser nuestra esperanza de nuestra juventud.
El Salmo 71, considerado uno de los últimos salmos del segundo libro de la salmodia. En este salmo, encontramos la oración de David, a pesar de enfrentar problemas y estar rodeado de enemigos, confía plenamente en Dios. A lo largo del salmo, David reflexiona sobre la vejez y comparte su sabiduría para nuestra vida.