Jeremías 18:1-4
Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: “Levántate y desciende a casa del alfarero, y allí te haré oir mis palabras”. Descendí a casa del alfarero, y hallé que él estaba trabajando en el torno. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en sus manos, pero él volvió a hacer otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
¿Qué es lo que vio Jeremías en esta lección? Primero estaba el barro. Jeremías supo, al observar al alfarero dando forma y moldeando el barro, que estaba viendo una imagen de sí mismo, y de cada hombre, y de cada nación. Nosotros somos el barro. Tanto Isaías como Zacarías, en el Antiguo Testamento, se juntan con Jeremías en presentar esta imagen del alfarero y el barro. En el Nuevo Testamento tenemos la voz de Pablo en ese gran pasaje en Romanos 9, recordándonos que Dios es el Alfarero y nosotros somos el barro.
Así que Jeremías vio el barro siendo formado y moldeado en una vasija. Entonces alguna imperfección en el barro lo estropeó en las manos del alfarero, y el alfarero lo desmenuzó y comenzó de nuevo el proceso de moldearlo en una vasija que le placiera.
Jeremías vio la rueda dando vueltas constantemente, trayendo el barro contra la mano del alfarero. Esa rueda es el símbolo de las circunstancias de la vida dando vueltas, bajo el control del Alfarero, ya que es el pie del alfarero el que guía la rueda. La lección es clara. Al ser nuestra vida formada y moldeada por el Gran Alfarero, son las circunstancias de nuestra vida que nos traen una y otra vez bajo la mano del Alfarero, bajo la presión de los dedos del Alfarero que moldean, para que Él pueda formar la vasija de acuerdo a Su voluntad.
Entonces, Jeremías vio al alfarero. Dios, supo, era el Gran Alfarero, con absoluto derecho sobre el barro para hacerlo lo que Él quisiera que fuera. Pablo argumenta esto con sagaz y clara lógica en Romanos 9: “¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ‘Por qué me has hecho así´? ¿Acaso no tiene potestad el Alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:20b-21). Claro que lo tiene. La vasija es formada de acuerdo a la imagen en la mente del alfarero.
Así que Jeremías, observando, aprendió que un individuo o nación es el barro en las manos del Gran Alfarero. Tiene derecho soberano para hacerlo lo que Él quiere que sea. Tiene el talento y el diseño para trabajar con el barro y llevarlo a cabo. Si hay alguna imperfección en el barro, algo que daña el diseño y arruina el trabajo, el Alfarero simplemente desmorona el barro a una masa y comienza de nuevo a hacerlo en una vasija de acuerdo a Su propia mente.
Cual es esa calidad del barro que debemos imitar en nuestra vida.
Ese alfarero y arquitecto perfecto es Dios, al cual debemos permitirle a el que moldee nuestras vidas conforme a su voluntad sin poner ningún tipo de resistencia, a diferencia del barro como tal nuestra vida en Dios es moldeada mediante las circunstancias.